miércoles, 12 de abril de 2006

En el fondo de sus ojos...

Os escribo un trocito del libro "El alquimista" de Paulo Coelho. Es un "cuento" de poco más de una página que el autor usó como prólogo de su libro. Cambio y quito algunas cosillas...

Narciso era un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murió ahogado. Cuando Narciso murió, llegaron las Oréades (diosas del bosque) y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce que era, en un cántaro de lágrimas saladas.
-¿Por qué lloras? -le preguntaron las Oréades. -Lloro por Narciso -repuso el lago. -Ah!, no nos asombra que llores por Narciso! -prosiguieron ellas-. Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza. -¿Pero Narciso era bello? -preguntó el lago. -¿Quién si no tú podría saberlo? -respondieron, sorprendidas, las Oréades-. En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días. El lago permaneció en silencio unos instantes. Finalmente dijo: -Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narciso fuera bello. "Lloro por Narciso porque cada vez que él se inclinaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia belleza."

Bueno... la verdad es que da mucho que pensar este trocito de libro, ¿verdad? Que cada uno saque sus propias conclusiones y su propia verdad en esta pequeña historia...



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