sábado, 1 de abril de 2006

Dios vuelve en una Harley...

Dios vuelve en una Harley... Vaya libro, vaya historia! Se podría decir que es mi libro favorito, por encima de todos. Os dejo los párrafos finales, las últimas dos páginas de este libro. Es de esos finales que mientras lo lees se te va poniendo los pelos de punta poco a poco y empieza a subirte un escalofrío por el estómago. Y al leer la última frase, la última palabra, la última letra... Solo puedes decir: UUUUFFFF...

Frenamos ante un semáforo y Jim se volvió a mirarme por encima del hombro con una sonrisa. Le devolví la sonrisa y toqué la cadena de plata que asomaba por la parte posterior de su cuello. Tiré de la gruesa medalla de plata de ley para que diera la vuelta hasta la espalda y poder examinarla. La medalla pesaba más de lo que aparentaba y me pareció que irradiaba una sutil calidez cuando la sostuve en la palma de la mano, al resplandor rojo de la luz del semáforo. Lo que descubrí entonces me dejó atónita.
En realidad se trataba de dos medallas, puestas la una sobre la otra y cortadas en forma de láminas, o mejor dicho, de tablillas como las que Joe me había dado al comenzar la noche. Me quedé con la boca abierta, con antelación, frente a lo que ya sabía que iba a encontrar inscrito en ellas. No me cabía la menor duda de que se trataba de una lista de mandamientos personalizados, ocho en total, grabados en la impecable superficie de plata. Al principio me sentí un poco celosa y estafada -a mí sólo me habían dado seis-, pero después deduje que Jim Ma Guire debería de tener más cosas que aprender que yo, simplemente. Tengo la extravangante costumbre de empezar los libros por el párrafo final antes de leer el comienzo, así que, automáticamente, los ojos se me fueron al último mandamiento inscrito en la medalla. 8. Ten paciencia y confía en que la encontrarás, pero sólo cuando ella esté preparada. Alcé la vista, atemorizada ante la magnitud de las certezas que me estaban embargando. El semáforo se había puesto verde pero Jim Ma Guire no parecía dirigirse a ningún lugar en ese momento. Volvío la cabeza hacia mí y vi que incluso a la sombra del casco sus ojos brillaban expresando una calidez y una dicha increíbles. -¿Preparada? -preguntó con dulzura. -Preparada -susurré, sabiendo que nunca me había sentido tan segura de algo en toda mi vida.

Es un final increible. Hace justo una semanita me compré la segunda parte, y bueno... ahora que ya he leido cuatro capítulos, me he dado cuenta de que ha empezado de una manera un poco tristona... Pero estoy seguro que tendrá un buen final... segurísimo.



No hay comentarios: